“Nadie en el mundo va a aceptar que un país desahucie unilateralmente un tratado que está plenamente vigente”, dijeron fuentes del gobierno de Sebastián Piñera en relación con la presentación de la demanda boliviana.
“Se pueden hacer muchas cosas, pero el mejor camino es el diálogo”, sostienen las fuentes, que aseguran que “en Chile no hay dos opiniones sobre este tema, sino que existe unanimidad absoluta entre todos los partidos”.
“Cortar el país en dos está fuera de toda consideración”, enfatizan las fuentes oficiales.
El presidente del Senado, Jorge Pizarro, cree que Bolivia fracasará en La Haya, “cuando se le dijo hasta el cansancio que lo que corresponde es desarrollar un diálogo bilateral”.
La historia reciente de este conflicto se remonta a los años ’70, cuando ambos países reanudaron por un breve periodo las relaciones diplomáticas, que estaban rotas desde la Guerra del Pacífico.
Las relaciones volvieron a cortarse en 1975, tras el fracaso de las negociaciones entre los regímenes militares que gobernaban ambos países.
Con la reanudación de la democracia en Chile, en 1990, en La Paz resurgió la esperanza de encontrar una respuesta a su aspiración, pero el gobierno de Patricio Aylwin pronto aclaró que el asunto se abordaría “siguiendo la política tradicional”.
Al año siguiente, Chile albergó la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, oportunidad que Bolivia aprovechó para plantear su pretensión ante mandatarios de otros países, algo que desde entonces repite en todos los foros multilaterales.