Asunción. Héroe del golpe que derrocó a Alfredo Stroessner hace 24 años, el candidato presidencial Lino Oviedo fue una de las figuras más controvertidas de la escena política paraguaya.
Nacido en Juan de Mena, en el centro de Paraguay, en 1943, se formó como militar en Alemania y era coronel cuando forzó la rendición de Stroessner, al que amenazó con una granada y una pistola.
Ascendido en 1993 a la comandancia del Ejército, en 1996 se declaró en rebeldía contra el entonces presidente Juan Carlos Wasmosy.
El 9 de marzo de 1998 fue condenado a diez años de prisión militar por comisión de delitos contra el orden y la seguridad de las Fuerzas Armadas y por insubordinación.
Raúl Cubas, el candidato que lo sustituyó por la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace) –una escisión del Partido Colorado– ganó las elecciones de 1998, y a los tres días de asumir la presidencia decretó su libertad. Pero en diciembre la Corte Suprema anuló el decreto y ordenó su regreso a prisión.
Asilo en la Argentina. El 23 de marzo de 1999, la democracia paraguaya atravesó sus peores horas desde la caída de Stroessner: el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña devino en un juicio político para la destitución de Cubas, y en violentas protestas callejeras.
Oviedo fue implicado en estos sucesos, conocidos como el “marzo paraguayo”, como autor intelectual, y logró huir a la Argentina –patria de su esposa, Raquel Marín–, que le ofreció asilo político.
Expulsado del partido, fue acusado de instigar el magnicidio y el gobierno pidió su extradición a la Argentina, que lo mantuvo confinado en Tierra de Fuego, pero no lo entregó. Cuando Carlos Menem acabó su mandato, Oviedo pasó a la clandestinidad y se lo acusó de instigar una nueva intentona golpista.
Detenido el 11 de junio de 2000 en Foz do Iguazú (Brasil), fue trasladado a una prisión de Brasilia, y Paraguay solicitó, sin éxito, su extradición.
Oviedo quedó en libertad después de 18 meses y anunció la conversión de su movimiento Unace en partido político y su intención de presentarse a las presidenciales de 2003.
La Corte Suprema ratificó la anulación de sus derechos cívicos, pero Oviedo no se rindió: el 29 de junio de 2004 regresó a Paraguay, sabiendo que iba derecho a la cárcel.
En los años siguientes, una serie de fallos judiciales confirmaron y anularon las distintas condenas por los procesos abiertos en su contra, hasta que finalmente la Corte Suprema le otorgó la libertad el 31 de julio de 2007, cuando se cumplía la mitad de su sentencia.
Libre y rehabilitado, no descartó una alianza con Fernando Lugo para intentar acabar con el Gobierno de los colorados, pero al final presentó su propia candidatura con Unace y obtuvo el tercer puesto en las presidenciales.
Poseedor de una gran fortuna amasada a la sombra del general Andrés Rodríguez –que se hizo con la presidencia tras la caída de Stroessner–el Congreso brasileño vinculó su enriquecimiento con el narcotráfico, que él siempre negó.