Son cinco momentos clave:
Misa inicial. La preside el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano. Es abierta. Tras la comunión, se pide "un pastor santo que ilumine al pueblo con la verdad del Evangelio".
Entrada y juramento. Los cardenales electores se trasladan a la Capilla Sixtina, precedidos por la cruz y el diácono que lleva el Libro de los Evangelios, que presidirá las celebraciones y sobre el que jurarán.
Elección del papa. Se rezan plegarias; se lee la palabra y se vota. Antes de depositar el voto ( schedulam ) en el altar, cada cardenal usa esta fórmula: "Pongo por testigo al Señor Jesús, quien ha de juzgarme, que elijo al que, según Dios, creo debe ser elegido".
Las papeletas son quemadas por los escrutadores en lo que se llaman fumatas y que emiten el humo blanco o negro, según sea el caso de haber un elegido.
Aceptación y proclama. Cuando un candidato haya conseguido los dos tercios de los votos, el cardenal decano se dirige hacia él y le pregunta: Acceptasne electionem…?
Ante una respuesta afirmativa, y si ya tiene la ordenación episcopal, de inmediato se lo proclama “obispo de Roma, cabeza del Colegio Apostólico y pastor de la Iglesia Universal como siervo de los siervos de Dios”. Con ello, ya tiene plena y suprema potestad en la Iglesia universal.
Entonces, debe indicar el nombre que eligió, para que el maestro de las celebraciones lo deje plasmado en un acto.
Se procede a quemar los votos y el resto de los apuntes. Humo blanco es señal de que hay papa.
Con sotana blanca, el flamante pontífice se traslada al frente de los cardenales, quienes le prestan respeto y le prometen obediencia.
El anuncio a Roma y al mundo ( urbi et orbi ): El cardenal protodiácono (en esta ocasión, el francés Jean Louis Tauran) anuncia al pueblo la elección del nuevo pontífice con la fórmula: Annuntio vobis gaudium magnum; habemus papam…