De tanto repetirlo, se le ha incorporado hasta el error gramatical. Además del incorrecto uso de la preposición "de", el "no debo de opinar" de Juan Schiaretti pasó de muletilla a un elemento que describe a un gobernador que ha hecho de la indefinición su principal negocio político.
El origen de su mandato (aquel reñido y polémico proceso electoral de 2007) y la falta de liderazgo claro de su espacio político (el jefe del partido gobernante en Córdoba sigue siendo José Manuel de la Sota) ubicaron a Schiaretti en una posición de evitar a toda costa los conflictos. Por eso, como no quiere polemizar de nada con nadie, busca una salida para incumplir con una de las obligaciones que tiene un gobernante: la de fijar posición sobre los asuntos públicos.
En las últimas semanas, dos hechos altamente controvertidos dispararon la ametralladora de "no debo de opinar", "no me corresponde opinar", "el gobernador no debe hacer comentarios": los concursos para cubrir puestos jerárquicos en la administración, donde fueron ampliamente beneficiados los seguidores del gobernador, a los que se les premió militancia con cargos de planta permanente, y la toma de escuelas.
La máxima autoridad de Córdoba no emite opinión sobre un conflicto que tiene paralizados a 15 establecimientos provinciales. Y eso es grave. Porque mientras se exige responsabilidad a los alumnos que toman escuelas, el principal responsable del sistema educativo provincial dice que no tiene nada que decir al respecto.
No hay educación sin compromiso. Y el gobernador ha mostrado poco compromiso al tomar una postura pública frente al conflicto.
Seguramente lo incomodó bastante la difusión de las imágenes del estado de algunas escuelas. Una imagen valió más que miles de avisos publicitarios sobre la inversión en edificios escolares de la actual gestión y la de su antecesor.
Es tal la incomodidad con el tema que ayer decidió anticipar el anuncio del Hogar Clase Media, cuyos adjudicatarios llevan un lustro esperando las obras. Cinco años de espera para que un anuncio importante intente tapar la situación en las escuelas.
Schiaretti se las ingenia para evitar pronunciarse sobre el Gobierno nacional. El equilibrio le permite aparecer como aliado potencial para los Kirchner y ante los cordobeses mostrarse como un "defensor de los intereses provinciales".
Los que aspiran a sucederlo también juegan con dichos y silencios.
De la Sota no se pronuncia sobre temas provinciales, con el argumento de no entorpecer la gestión de Schiaretti.
Aguad prefiere opinar más de las cuestiones nacionales que de las cordobesas. De la educación, evita pronunciarse, seguramente para salvarse de que le recuerden el cierre de escuelas técnicas y rurales en la gestión Mestre.
Luis Juez es el abanderado de las opiniones. En su verborragia, llegó a decir esta semana que quiere que se vote con el sistema electoral que él denunció como fraudulento hace tres años.
Entre opositores parlanchines y gobernantes silenciosos, hay cosas que no funcionan de acuerdo con las palabras dichas y con las silenciadas.
Los silencios del gobernador
Además del incorrecto uso de la preposición “de”, el “no debo de opinar” de Juan Schiaretti pasó de muletilla a un elemento que describe a un gobernador que ha hecho de la indefinición su principal negocio político. Roberto Battaglino.
8 de octubre de 2010,