Ampliar la casa significa para la mayoría de los argentinos un esfuerzo que lleva varios meses y, a veces, años.
Y para los que recién se inician, sin grandes ahorros, el esfuerzo es doble.
Marina Audisio, de una ciudad del interior provincial, construyó con su familia la casa propia mediante un círculo cerrado de viviendas coordinado por el municipio.
Pero como el proyecto era básico, por cuenta propia está construyendo ahora el lavadero, de 12 metros cuadrados.
A simple vista se trata de una simple ampliación, pero “un lavadero es como un baño, lleva muchas conexiones, cañería, trabajos de plomería y electricidad”, que se llevan mucho dinero. “Nosotros teníamos un ahorro porque veníamos previendo la ampliación”, contó la mujer, pero agregó que “siempre se va más de lo previsto porque aparecen cosas extra”.
El matrimonio fue comprando materiales de a poco “anticipándose a los aumentos”, dijo y aún sigue adquiriendo nuevos “a medida que lo piden los albañiles”.
Como en su ciudad “todos se conocen”, Marina explicó: “En lugar de comprar con tarjetas que te hacen recargo, aprovechamos que el comercio nos conoce y vamos entregando cuotas de contado”.
A la familia, que le falta poco para mudarse a su nueva casa, le falta comprar cerámicos para el piso y la pared y la bacha, entre otras cosas. “Seguimos viendo precios”, dijo la mujer. El resto de la vivienda está lista.
Como ellos, muchos argentinos tratan de arreglárselas para ampliar la vivienda.